Por qué creer que no merecemos el aprecio y amor de los demás daña nuestra autoestima.
La educación CONDICIONAL que hemos recibido provoca, entre otras cosas, que pensemos que NO somos merecedores de reconocimiento, aprecio y amor por derecho propio. Más bien, creemos que tenemos que «ganarlos» obrando de tal o cual manera.
Es decir, cuando somos niños, si hacemos lo que nuestro padre/madre/tío/profesor/amiga quiere, somos buenos y nos premian por ello. Si por el contrario, contrariamos su deseo y hacemos una cosa diferente (incluso aunque no sea incorrecta, sólo diferente) esas personas tuercen el gesto y nos dicen «mal hecho, me has decepcionado » o incluso «ya no te voy a querer más«.
Esa amenaza continua de que diversas personas nos retiren su amor y aprobación, que puede ser explícita (dicha así tal cual: «si no haces esto no te quiero») o implícita (cambio de comportamiento cuando no cumplimos con sus expectativas) nos lleva a sentirnos inseguros constantemente. Y llegamos a pensar que sólo merecemos el afecto cuando hacemos las cosas bien o respondiendo a lo que los demás quieren que hagamos.
Cuando somos adultos seguimos con este mismo patrón de comportamiento. Considero que en nuestra sociedad hay un excesivo culto al logro, a ser los primeros, a alcanzar muchos bienes. Parece que sólo somos merecedores del amor y reconocimiento si nos convertimos «superhombres» o «supermujeres» eficaces, dinámicos, atractivos, luchadores, exitosos. Y con una larga lista de triunfos deportivos, económicos y académicos bajo el brazo.
Todo esto es un tremendo malentendido… Las personas no deberíamos ganarnos el respeto, la admiración o el cariño por las cosas que conseguimos, sino por lo que somos. Y de hecho, ni siquiera deberíamos «ganar» nada, sino que este amor y este respeto nos corresponde desde que nacemos, por el mero hecho de ser seres humanos. La valoración, por tanto, no se habría de conquistar, se nace con ella.
Todos estos mensajes de «sólo mereces respeto si consigues esto» o el fracaso esta prohibido y te convierte en un incompetente, aléjate de él«, o «si te portas como yo digo eres bueno, si haces lo que tú quieres eres malo» son el origen de esta creencia interna de no sentirnos merecedores de amor. Por loco que parezca, este pensamiento de que sólo eres valioso cuando haces determinadas cosas o consigues éxitos, te guía y te influye mucho más de lo piensas. Párate un momento, ponte la mano en el corazón y, sin miedo de la respuesta, pregúntate:
¿Creo que no soy lo «suficientemente bueno» y por ello no me creo merecedor de una vida plena y exitosa?
¿Hay algo que me dice que sólo si logro muchas cosas tengo derecho a quererme a mí mismo, o me querrán los demás?
¿Siento en lo más profundo de mi corazón que no merezco ser feliz del todo, aunque no sepa muy bien de dónde viene este sentimiento, porque no soy perfecto y me equivoco?
Son preguntas para pensar y no tomar a la ligera. Te invito a detenerte en este mismo momento y recrearte en ellas. Porque una cosa está clara: No se puede contradecir a una creencia, mucho menos si es inconsciente.
Es decir, si crees que no mereces amor o respeto, estáte tranquil@ que no lo tendrás. Y si crees que la felicidad es algo que te está negado, no busques el sufrimiento porque llamará a tu puerta él solito. Lo que creemos interiormente, seamos conscientes o no, siempre se cumple, porque creamos situaciones en el exterior que validen la creencia interna.
Por eso resulta tan complicado salir de los círculos de violencia, automaltrato, degradación, competitividad, exigencia feroz, baja autoestima, etc. Mientras algo en nosotros siga pensando que no merecemos ser queridos al 100%, por el motivo que sea, no lo seremos.
Sé que este no es un tema fácil, ni para escribir ni para pensar, pero espero que el artículo haya abierto una puertecita dentro de tu cabeza que tienes curiosidad por explorar más a fondo. Reta a tus creencias, cuestiónalas y descubre el camino hacia una nueva libertad.
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